viernes, 9 de febrero de 2007

¿Cuánto puede enseñarle a un hombre una lesbiana?

Dedicado a Pame y _hiyam_ .

Fuente: http://www.emol.com/noticias/nacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=245337

Inicio esta andanada leyendo El Mercurio y viendo información, que quizás hasta ni salga en sus páginas impresas, sobre el VII Encuentro Lésbico Feminista. Obviamente, el lesbófobo por definición Mercurio trata de unir anarquía, lesbianismo y rechazo a leyes de unión civil entre homosexuales sacando de contexto a la gente que entrevista. Pero veamos qué ocurre.

¿Por qué Claudia Acevedo diría que "Exigir leyes contra la discriminación, exigir leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo, exigir la inclusión en este gran rompecabezas hetero real, es una falacia"? No hay que dejarse engañar por la noción de "hasta las lesbianas están en contra de las leyes que nosotros no queremos ver aprobadas jamás" a la que incita El Mercurio, sino que hay que ver más allá, hacia toda una concepción de sociedad donde todo y todos están contra ellas, empezando por la propia atracción hacia los hombres que sienten la mayoría de las mujeres. Hay que destruir todo y construirlo todo usando los principios femeninos. Y hay que mantener el principio femenino puro, pues mancharlo con hombres lo destruiría. (Esto me lo dijo una amiga feminista hétero, a la que espero volver a ver pronto). Por eso es que además de feministas son lesbianas. Y por eso es que son tan inflamables.

Pero no sólo se ve antisistemismo en estas chicas, sino cosas que tienen mucho sentido. Prosigue Norma Mogrovejo. "La ley debería facilitar las formas de relaciones sociales de las personas en vez de hacerlas más difíciles y, en ese sentido, hay que respetar el derecho a la autodeterminación de cada uno. Todas las leyes atentan contra la autodeterminación y la libertad de las personas". Luego, Mogrovejo critica la "institución del matrimonio" por ser una organización del Estado que pretende ejercer el control social que está ligado a la Iglesia Católica, entidad que no acepta las uniones entre personas del mismo sexo, y calificó de "nocivo" el fundamentalismo religioso (cito textual).

¡Norma, es hora de hacerte un monumento! La institución del matrimonio tiene orígenes religiosos muy poderosos, que superan su propio antecedente, el matrimonio romano precristiano. En este, las personas se podían casar cum manu (pasaban a depender del hombre) o sine manu (mantenían su independencia, pero no heredaban), y se podían divorciar cuando querían. Cuando la Iglesia metió la cola, el matrimonio se hizo indisoluble, y otras challas más. De modo que, querida Norma, tienes razón. El matrimonio, como concepto, jamás será entre hombres o entre mujeres, porque su misma noción así lo prohíbe.

¿Qué debemos hacer? (y aquí mi referencia a las lesbianas destructoras de todo tiene sentido) ¡Deshacernos del matrimonio!

Si nos deshacemos de la palabra "matrimonio" y cambiamos el "matrimonio" por un reglamento unificado para heterosexuales y homosexuales, donde a aquel reglamento se le llame unión civil, donde el divorcio sea libre, y donde (por obvias razones) se le otorguen los mismos derechos a las personas homo o heterosexuales, incluyendo adoptar, nos desharemos de muchos problemas conceptuales a la vez y nos anotaremos un poroto bien grande ante la historia. Y de paso, devolveremos al matrimonio su carácter civil.

He aprendido mucho de ustedes hoy, gloriosas lesbianas.

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