domingo, 15 de abril de 2007

El fin de los sueños: Ejemplo.

fuente: http://www.lainsignia.org/2006/diciembre/ibe_070.htm

¿Es la política una mierda como dicen la mayoría de las personas? Quisiera seguir creyendo en ella, pero ejemplos como éste me decepcionan cada vez más.

Posiblemente casi nadie que pase por aquí alguna vez estuvo en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el 2002, cuando la entonces directiva encabezada por Rodolfo Cornejo y Jaime Gajardo, de las Juventudes Comunistas, ante la desesperada situación del pase escolar y ante una horrenda situación en la cual un estudiante con dolor de muelas, luego de enfrentar la dicotomía de esperar 3 meses a que llegara la anestesia al SEMDA, o sacarse la muela sin anestesia, optara por lo último, decidieron tomarse la escuela. El primer día de toma la temática era esa, y la reforma de pregrado de Bascuñán, que aún nos pesa y que necesita serios cambios. El día 5, era la LOCE. El día 10, era cómo se iba a empezar a construir la revolución obrero proletario campesina. La toma se bajó de una manera vergonzosa, pero por lo menos, esos tipos tenían aún algo de sueños.

¿Qué pasa ahora? Compruebo con dolor que estos tipos que, se suponía, actuarían con algo de consecuencia... se están dedicando a lo que todos dicen, se dedican los políticos: ser criminales de cuello y corbata. Vean la actuación del que fuera el líder soñador de la Jota.

El abogado Jaime Gajardo Falcón, ex candidato a diputado por el Partido Comunista (PC), en la comuna de Ñuñoa, fue presidente -en 1998- del Centro de Alumnos del Instituto Nacional, y vicepresidente del Centro Alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, el año 2000 (es 2001/2002). (...)
Gajardo Falcón se enfrenta hoy a una querella criminal por "apropiación indebida de dineros", "estafa" y "prevaricación", presentada por los ex dirigentes sindicales de la empresa Construcciones y Servicios Siglo Verde S.A., que prestaba servicios de aseo y ornato como contratista para la Municipalidad de Maipú. Los ex dirigentes Raúl Aguilar González, Emilio Jaque Benavides y Eliana Ferrada Díaz, fueron ilegalmente despedidos por la empresa tras lo cual se hicieron asesorar por la Confederación CONFESIMA, que les "recomendó" al abogado Gajardo.
Luego de un año de respuestas evasivas del abogado, concurrieron a los tribunales descubriendo con estupor que todos sus juicios habían concluido y que Gajardo no sólo había llegado a acuerdo con la empresa sin informarles ni consultarles, sino que, además, había cobrado más de 7 millones, dinero del cual hasta la fecha no han visto ni un solo peso.

O sea, esta rata despreciable no sólo traicionó los ideales que decía defender, sino que, estafando y robando se convirtió en todo un criminal, en nada diferente a un carterista, o a los hermanos Elgueta.

Un criminal como este no representa la política que quiero hacer. Pero conocer esto me da pena, pues en su momento apoyé esa toma, ignorante de su sustrato verdadero e ignorante de los reales movimientos políticos. Ahora los sé. Y me da pena que este tipo se haya rebajado a los niveles de un criminal en el ejercicio de la política.

viernes, 13 de abril de 2007

Histeria concertacionista (2 meses después)

(Esta entrada se publica después de 2 meses de esperar que alguien que no sea yo publique algo. Como no me funcionaron los nuevos editores, empezaré otra vez)

En medio de un torrente de ineficiencia concertacionista, los saludo de nuevo, con más píldoras, pues, en medio de la Internet y, en aras de ser un político completo, decido inscribirme en la Generación Bicentenario de Chile21, Democracia y Desarrollo (la incubadora de Lagos) y la Fundación Friedrich Ebert, el correlato socialdemócrata de la Fundación Konrad Adenauer de los DC. Y me encuentro con esta sabrosa introducción.

La escuela de Líderes Generación Bicentenario seleccionará a sus integrantes a través de un proceso transparente de currículum ciego y entrevista personal en el caso de ser necesario, en el cual una comisión de expertos miembros de las fundaciones participantes evaluarán a los postulantes sobre la base de la información ingresada en el formulario de postulación, que contempla tus antecedentes, presentación de objetivos personales y motivaciones para ser parte de la escuela de líderes, sin importar tu nombre, origen social ni recomendaciones partidarias.

Esto es por lo menos para la risa, sobre todo después de que llamé y me exigieron mi cédula de militancia PRSD (que por cierto, tengo). ¿Por qué evitar la selección por cuoteo político en el único lugar de todo el planeta donde el cuoteo político objetivamente es la mejor manera de selección? Y, ¿por qué esa histeria?

En primer lugar, debo justificar mis dichos. Claramente en el sector público el cuoteo no es la mejor manera de selección, sino el concurso público. Esto, porque por la oposición de antecedentes uno demuestra capacidad para el cargo público con parámetros objetivos. Ahora, ¿cómo puedo demostrar capacidad política objetivamente? Pues bien, la manera cómo demuestro mi capacidad política es haciéndome contactos, haciendo trabajo político, escalando en mi partido y haciéndome amigo de la facción dominante en la juventud/partido/coalición. En suma, demuestro capacidad política haciendo exactamente las cosas que en el mundo real me harían acreedor de una llamada diciéndome "Juanito, te necesitamos para [inserte-cargo-pituteado-aquí]". O sea, el ser seleccionado para una escuela de política por cuoteo es la mejor manera de selección, porque para ser cuoteado he demostrado suficiente capacidad política para que piensen en mí. Esa palmaria demostración de aptitud para el cargo no se puede hacer ni con currículum ciego ni con una entrevista.

¿Qué está pasando? Lógicamente es demasiado impresentable que la Concertación seleccione a savia nueva mediante cuoteo, lo que es, en todo caso y en este sólo caso específico la manera más eficiente. Por eso ponen esta declaración, que al final es un tongo. Un tongo que, si es analizado de la manera correcta, no sólo resta credibilidad a la manera de selección de ellos, sino que resta credibilidad a los concursos públicos del gobierno. Claro. Después de todo, si se sabe que este concurso es un tongo porque tiene que serlo, ¿cómo podemos pensar que los concursos públicos para elegir gente en el sector público no lo son? Y la respuesta lógica, que ya todos intuyen, es que sí, los concursos públicos también son un tongo tan grande como este. O por lo menos eso es lo que dicen algunos operadores del sistema.

La verdad, el panorama no es tan gris, pero sin una supervisión de los concursos por Contraloría o por el Sistema de la Alta Dirección Pública, estamos perdidos. Sobre todo con esta mentalidad que trata de esconder hasta lo más normal que pueda parecer impresentable, debajo del colchón.