viernes, 13 de abril de 2007

Histeria concertacionista (2 meses después)

(Esta entrada se publica después de 2 meses de esperar que alguien que no sea yo publique algo. Como no me funcionaron los nuevos editores, empezaré otra vez)

En medio de un torrente de ineficiencia concertacionista, los saludo de nuevo, con más píldoras, pues, en medio de la Internet y, en aras de ser un político completo, decido inscribirme en la Generación Bicentenario de Chile21, Democracia y Desarrollo (la incubadora de Lagos) y la Fundación Friedrich Ebert, el correlato socialdemócrata de la Fundación Konrad Adenauer de los DC. Y me encuentro con esta sabrosa introducción.

La escuela de Líderes Generación Bicentenario seleccionará a sus integrantes a través de un proceso transparente de currículum ciego y entrevista personal en el caso de ser necesario, en el cual una comisión de expertos miembros de las fundaciones participantes evaluarán a los postulantes sobre la base de la información ingresada en el formulario de postulación, que contempla tus antecedentes, presentación de objetivos personales y motivaciones para ser parte de la escuela de líderes, sin importar tu nombre, origen social ni recomendaciones partidarias.

Esto es por lo menos para la risa, sobre todo después de que llamé y me exigieron mi cédula de militancia PRSD (que por cierto, tengo). ¿Por qué evitar la selección por cuoteo político en el único lugar de todo el planeta donde el cuoteo político objetivamente es la mejor manera de selección? Y, ¿por qué esa histeria?

En primer lugar, debo justificar mis dichos. Claramente en el sector público el cuoteo no es la mejor manera de selección, sino el concurso público. Esto, porque por la oposición de antecedentes uno demuestra capacidad para el cargo público con parámetros objetivos. Ahora, ¿cómo puedo demostrar capacidad política objetivamente? Pues bien, la manera cómo demuestro mi capacidad política es haciéndome contactos, haciendo trabajo político, escalando en mi partido y haciéndome amigo de la facción dominante en la juventud/partido/coalición. En suma, demuestro capacidad política haciendo exactamente las cosas que en el mundo real me harían acreedor de una llamada diciéndome "Juanito, te necesitamos para [inserte-cargo-pituteado-aquí]". O sea, el ser seleccionado para una escuela de política por cuoteo es la mejor manera de selección, porque para ser cuoteado he demostrado suficiente capacidad política para que piensen en mí. Esa palmaria demostración de aptitud para el cargo no se puede hacer ni con currículum ciego ni con una entrevista.

¿Qué está pasando? Lógicamente es demasiado impresentable que la Concertación seleccione a savia nueva mediante cuoteo, lo que es, en todo caso y en este sólo caso específico la manera más eficiente. Por eso ponen esta declaración, que al final es un tongo. Un tongo que, si es analizado de la manera correcta, no sólo resta credibilidad a la manera de selección de ellos, sino que resta credibilidad a los concursos públicos del gobierno. Claro. Después de todo, si se sabe que este concurso es un tongo porque tiene que serlo, ¿cómo podemos pensar que los concursos públicos para elegir gente en el sector público no lo son? Y la respuesta lógica, que ya todos intuyen, es que sí, los concursos públicos también son un tongo tan grande como este. O por lo menos eso es lo que dicen algunos operadores del sistema.

La verdad, el panorama no es tan gris, pero sin una supervisión de los concursos por Contraloría o por el Sistema de la Alta Dirección Pública, estamos perdidos. Sobre todo con esta mentalidad que trata de esconder hasta lo más normal que pueda parecer impresentable, debajo del colchón.

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