lunes, 12 de noviembre de 2007

Análisis del monopolio de la representación, comparación entre Chile y Estados Unidos.

La Concentración por Partidos, de la democracia.


Tanto en Chile como en Estados Unidos de Norteamérica se han desarrollado sistemas bipartidistas, en el caso norteamericano su evolución política los llevó a polarizarse tras dos tiendas políticas, y en Chile mas bien en manera de imposición dado nuestro sistema electoral vigente para las elecciones del poder legislativo.
Si bien en Estados Unidos el sistema es denominado Bipartidismo, y en Chile Binominalismo, ambos sistemas políticos constituyen una forma de monopolio de la representación política, es así como en la practica política norteamericana vemos que solo los dos grandes partidos políticos de este país alternan gobierno y mayoría en el poder legislativo, y en Chile, desde la vuelta a la democracia, existen dos grandes bloques políticos constituidos que luchan por el gobierno y la supremacía numérica en el poder legislativo.

En Estados Unidos los partidos que han monopolizado la práctica política son el Partido Demócrata (izquierda) y el Partido Republicano (derecha), desde 1853, cuando asumió la presidencia de este país el Sr. Franklin Pierce (Demócrata) que no ha existido ningún otro presidente de Estados Unidos, que no sea ni Demócrata ni Republicano, este dato nos prueba fehacientemente que en Estados Unidos, existe un sistema Bipartidista, ya que aún cuando existen otros partidos políticos, y la posibilidad legal de que estos existan, tales como Partido de la Reforma y el Partido Verde, no tienen representatividad pues el Partido Demócrata y el Partido Republicano tienen más del 95% de la representación territorial.

En Chile las dos grandes coaliciones políticas que han monopolizado la representación política desde 1990 en adelante han sido, la Alianza por Chile, compuesta por Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente, dos partidos políticos de la derecha chilena, y la Concertación de Partidos Por la Democracia, compuesta por el Partido Socialista, el Partido Por la Democracia, el Partido Demócrata Cristiano, y el Partido Radical Social Demócrata, que vendrían a constituir una amalgama de partidos de centro e izquierda. La Concertación de Partidos por la Democracia ha ganado todas las elecciones presidenciales desde la vuelta a la democracia en Chile, cuatro gobiernos consecutivos, por su parte en el poder legislativo chileno, solo el año 2005 se rompió la lógica del Binominalismo, al ser electa diputada por la Fuerza Regional Independiente, Marta Isasi, lo que vino a romper con la exclusividad coalicionaria que existió durante 15 años en el parlamento chileno. En Chile al igual que en Estados Unidos, existen más partidos políticos aparte de los que concentran la representación, es así como partidos políticos históricos de nuestro país, hoy son llamados extraparlamentarios por su nula posibilidad de acceder a la representación, este es el caso del Partido Comunista de Chile, y en menor medida del Partido Humanista.

En el caso chileno a diferencia del caso Norteamericano, este sistema genera una gran sub representación pues los partidos y candidatos de la llamada Izquierda extraparlamentaria en ocasiones logran votaciones mayores que la Alianza por Chile o de la Concertación, pero por el sistema binominal de las elecciones parlamentarias ven impedido su acceso al poder de representación.
No así en el caso norteamericano, en el cual aún cuando los pequeños partidos pueden influir en la elección de uno o de otro candidato de los dos grandes partidos, como el caso de Ralph Nader en el año 2000 en el que se dice que resto votos de izquierda necesarios para la elección de Al Gore, la cantidad de representación que tienen es menor al 5% por lo que el daño que se genera de ciudadanos no representados y en consecuencia descontento social es mucho menor.

Hoy la disputa entre defensores del bipartidismo y sus detractores, gira entorno a la estabilidad que genera este, como se puede apreciar en el caso norteamericano, y la sub representación que así mismo provoca, como es observable en el caso chileno.

martes, 14 de agosto de 2007

La religión: obstáculo para el progreso mental.

Aún me sorprende ver cómo ayer, mientras conversaba con la hija de una señora donde fui a sacar fotocopias para preparar mi examen de grado, obtuve como respuesta a mi posición abierta a la existencia de homosexualidad lo siguiente. Dios hizo al hombre y a la mujer. No hizo ningún tercer sexo. Eso es sólo un invento y una inmundicia. Uno no se da cuenta a veces de la apertura mental que ha logrado acerca de temas como estos hasta que enfrenta su abierta opinión con la que es, desgraciadamente, la opinión mayoritaria. Esto es triste. Más triste que ver, mientras navegaba por la nube de arsénico que cubre la población San Guillermo a personas reunidas en una iglesia evangélica repitiendo y tragándose la teoría del rapto.

Pero no es necesario salir de casa y navegar por nubes de arsénico para empaparse con posturas semejantes de la Iglesia Católica, y de otras similares. Basta ver este video para darse cuenta cómo la descristianización de la sociedad es esencial para su evolución.

sábado, 28 de julio de 2007

La importancia de las ideologías II: ¿Cómo aplicamos nuestra ideología a la participación ciudadana?

(En conexión con Escuela Generación Bicentenario).

Por Ernesto Manríquez Mendoza
Grupo Universitario Radical

Pueden existir muchas explicaciones potenciales mediante las cuales pretendamos explicar la apatía existente respecto de los partidos políticos. La más frecuente, y la que siguen por lo demás autores como Miriam Henríquez1, es atribuir a los partidos políticos un comportamiento “de grupos altamente burocratizados y oligárquicos, que controlan, muchas veces de forma monopolística, algunos de los fundamentales procesos del mecanismo democrático”. Luego, la respuesta que viene de los jerarcas partidarios a esta, para nada infundada, acusación, es simplemente predicar la necesariedad de los partidos políticos para los procesos democráticos, denunciar una supuesta “falta de compromiso partidaria para con sus ideales”, denunciar dos o tres casos concretos, y abandonarse a una cogorza de cava sin mesura. Todo esto, mientras el descontento ciudadano con el accionar político crece, y se canaliza mediante el repudio a los partidos políticos y la generación de movimientos ciudadanos para la defensa de los intereses que los partidos no están defendiendo.

Esta situación, repetida hasta la saciedad cada vez que alguien cita “la crisis de los partidos políticos”, tiene dos causas basales, una de las cuales siempre es detectada, pero que se vuelve inútil sin la otra para enfrentar el problema.

  1. Los partidos no tienen claridad alguna respecto de lo que piensan. Esta causa, siempre detectada, básicamente consiste en que los partidos políticos guían su accionar no por criterios ideológicos aplicados, sino sólo por criterios electoralistas de corto plazo, obedientes a la agenda puesta por los medios de comunicación. No existe una conciencia de defender un plan, ni de trabajar en proyectos que no tengan que ver con campañas políticas, mucho menos de trabajar por la gente sin esperar recompensa.

  2. Los partidos no tienen claridad alguna del rol que les corresponde dentro de una sociedad democrática. Esta causa es la que no es detectada jamás, y, cuando se detecta, sólo se plantean como soluciones parches morales que no tienen sentido ni fundamento. Básicamente, los partidos políticos no entienden que su rol primordial, si son demócratas, no es acaparar el poder sumando la máxima cantidad posible de gente, sino que operar cambios en la sociedad mediante el uso del poder que permitan la ejecución del programa que emana de sus principios.

Cuando una persona, con sueños e intereses, es colocada en una reunión política partidista, recibe, en vez de un discurso coherente de sueños e intereses, un discurso de cómo se debe sumar más gente, de cómo se deben ganar elecciones, y de la importancia de ello para lograr un cambio, cambio del cual nunca se sabe a ciencia cierta su naturaleza. Eso las desencanta, y las hace virar a movimientos sociales, los cuales, a diferencia de los partidos políticos, no tienen una base sustantiva de ideología que los sustente, estando sólo estructurados sobre la base de la resolución de un problema concreto. Esto trae, a su vez, dos consecuencias graves.
  1. El viraje de los partidos políticos desde la proposición de cambios basados en su ideología al proponer soluciones a problemas concretos que el partido cree, afectarán a la gente, buscando representarla. Esto es hecho sin consultar a la gente, lo cual agrava aún más el problema.
  2. La asunción, por parte de los movimientos sociales, de posturas cada vez más ideologizadas, en aras de conquistar espacios de poder antes sólo reservados a los partidos políticos. Eso es lo que pudimos ver en la exposición de Un Techo Para Chile, donde el expositor ametrallaba al auditor con un discurso sacado de la doctrina eclesiástica.
Esto trae la degradación de la política y su sustitución por el populismo, algo que debe ser evitado, ya que están comprobados los efectos negativos que trae esto sobre la gobernabilidad a corto plazo y la institucionalidad al largo.

Una mejor manera de abordar el problema es dejar de concebir a los partidos políticos como núcleos de poder obedientes cuya función es sumar militancia, y concebirlos como acumuladores de poder, permitiendo a las organizaciones sociales la presentación de proyectos, el acceso a círculos de poder, la llegada efectiva de las propuestas de las organizaciones a los representantes electos y la multiplicación de las influencias de ambos combinados. Ejemplos como el renacer de la Juventud Radical en la Región de la Araucanía, ocurrido mediante el uso de esta estrategia, demuestran su efectividad, no sólo en número de militantes sumados, sino en, lo que es más importante, en influencia, puesto que la sinergia entre organizaciones sociales autónomas y no cooptadas y los partidos políticos es lo más efectivo, cuando de cumplir un programa político se trata.

Sólo así podremos lograr el cumplimiento de un programa partidario y a la vez sacar del marasmo en que se encuentran a los partidos, y, por extensión, a las juventudes políticas.

1HENRIQUEZ, Miriam, “Los Partidos Políticos”, http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20051213/pags/20051213193851.html [en línea], consultado el Sábado 28 de Julio de 2007.

lunes, 25 de junio de 2007

Izquierda y progresismo.

Otro día más de Bicentenario, y otro día en que me doy cuenta de verdades cada vez más escalofriantes. Si usted está entre el 99% de las personas que cree, con toda la honestidad de su corazón, que la Concertación es una coalición de izquierda, se equivoca. También están equivocados La Tercera y El Mercurio, que critican a la Concertación por ser de izquierda. Todos están equivocados. La Concertación no es de izquierda. Es progresista.

¿Pero cómo puede ser esto posible? Veamos ciertas claves.
  1. Los políticos de la Concertación cuando se nombran a sí mismos, jamás mencionan la palabra "izquierda", sino que mencionan "coalición progresista", y, en vez de reconocer la cruda verdad, dicen "es que está pasado de moda hablar de izquierdas o derechas, la muerte del comunismo nos obliga a repensar el mundo en otros términos". En inglés culto, this is bullshit.
  2. A la gente la quieren hacer creer que el "progresismo" es que la gente tenga derecho a la salud, educación, vivienda y otros garantizados por el Estado, o que la Iglesia Católica no se meta a dictar pautas morales para la sociedad, manteniendo la discriminación en contra de la mujer y los géneros minoritarios. Una cosa se llama socialdemocracia y la otra laicismo, pero ninguna de ellas tiene que ver con el progresismo.
  3. ¿Se ha preguntado usted por qué Piñera mandó a hacer tantas banderas demócrata cristianas? ¿Y por qué Piñera tenía tanta esperanza en que la DC votara por él?
  4. ¿Se ha fijado cómo nadie es capaz de responder con exactitud académica a la pregunta "qué es progresismo" cuando todos los sujetos a quienes se realiza esa pregunta forman parte de una coalición "progresista"? ¿Y por qué nos preguntaron en Chile 21 antes de entrar "qué es para usted ser progresista"?
Lo cierto es que, de acuerdo con uno de los ideólogos de La Moneda, quien fue a dar una conferencia a Chile 21 sobre progresismo y políticas públicas, el progresismo es un esquema de diseño de políticas públicas (en castellano, las formas concretas mediante las cuales el Estado interviene en la vida de la gente) que consiste en:
  • Ser inclusivo (incluir a la mayor cantidad de gente en la toma de decisiones, y lograr dicha toma de decisiones mediante consensos amplios).
  • Ser democrático (que nadie diga con el dedo "esto se hace" sino que se haga tomando en cuenta bastantes opiniones)
  • Ser eficiente (producir máxima cantidad de soluciones con la menor cantidad de recursos).
Fijémosnos en esto. Se supone que esto es una utopía por la cual tenemos que luchar, un proyecto de sociedad inalcanzable, un sueño. Pero, cuando hablamos de castillos en el aire, los gráficos, la planilla de cálculo, las portátiles y los teleproyectores no tienen nada que hacer. Se caen al piso. ¿Cuándo ha visto usted un computador portátil flotando arriba de una nube? Primero nos convertiremos todos en comunitaristas al estilo de Silo y terminaremos bailando la ronda vestidos con flores y proclamando la paz y el amor libre, antes de que podamos poner un portátil a flotar arriba de una nube.

Siguiendo con el ejemplo, cuando nosotros soñamos con un mundo mejor, soñamos con la paz mundial, con que todos sean iguales, con la revolución, con una serie de cosas que quizás no tengan mucho sentido en la realidad, pero que sí lo tienen en el mundo de los sueños. Ahora, ¿se imagina usted soñando con un Estado que muestre cifras azules? ¿Con un Estado que sea eficiente en la entrega de soluciones a las personas? ¿Con un Estado que sea democrático? A primera vista, esos objetivos parecen razonables. Son metas de gestión que son perfectamente alcanzables. Pero, así como ponernos a bailar la ronda de la Comunidad de Silo no tiene sentido como una meta razonable de gestión de un servicio público, el mejorar los indicadores de gestión de los servicios públicos no tiene sentido como sueño de sociedad. He ahí el primer problema: los sueños progresistas no tienen sentido. Son muy grises.

Y, en este esquema tan gris, ¿dónde quedan los privados? ¿Cuál es el rol de la gente que no es Estado en el mundo progresista de eficiencia y democracia estatal? Nadie lo define. Y por eso tenemos que los progresistas pueden ser de derecha o de izquierda, dependiendo de si quieren más o menos Estado. Y aquí sí que se nos complica la cosa. Usted puede ser progresista y de izquierda, progresista y de derecha, no progresista y de izquierda, y no progresista y de derecha. Son categorías que no se relacionan.

En segundo lugar, como el sueño progresista no tiene sentido, tampoco tiene sentido una oposición al sueño progresista. Más eficiencia. Estoy de acuerdo. Más democracia. También estoy de acuerdo. Más inclusión. Sí, estoy de acuerdo. Ahora, ¿se imagina usted a alguien levantando una bandera y gritando a los cuatro vientos "Quiero que el Estado sea ineficiente, que excluya gente y que sea antidemocrático"? Yo no me lo imagino.

Para simplificar, el objetivo de un automóvil es funcionar, obviamente. Cuando yo hago partir mi automóvil, espero que esté bien, y si tiene una falla, la arreglo. Yo no hago una protesta para que mi auto no esté malo, ni mucho menos esperaría una contraprotesta de tipos furiosos diciendo "¡Que el auto de Alejandro se eche a perder!". Con los servicios públicos pasa lo mismo. Uno espera que funcionen bien, y si es legislador y detecta fallas corregibles por ley, intenta corregirlas. ¿Cómo podemos pensar racionalmente que alguien se oponga a que los servicios funcionen bien?

Entonces, como las categorías no se relacionan y los sueños progresistas no tienen sentido como sueños, ni la oposición a ellos tampoco, lo que pasa es que como progresista metemos cualquier cosa. Usted puede ser de derecha y ser progresista. Y usted puede ser de izquierda y ser progresista. Y, como en la oposición aún queda gente que es honestamente fascista y que no cree en la democracia, la Concertación, por contraste, se posiciona como "progresista".

Lo cual no quiere decir que sea de izquierda.

Tomemos por ejemplo al PPD. Es un partido progresista de derecha, nutrido por un think tank adicto a los más grandes grupos empresariales de este país, llamado Expansiva. Si usted espera que el PPD produzca reformas laborales que toquen siquiera a Matte, Claro, Luksić y Angelini, está equivocado. Filosóficamente, aunque lo nieguen mil veces, la ideología (sí, es falso que el PPD no tiene ideología) del PPD se nutre del liberalismo rawlsiano, la misma fuente de la cual bebe Sebastián Piñera y la misma fuente que me sirvió para criticar a Chávez en un artículo que publiqué aquí (el cual tuve que escribir así porque valía por una nota en Bicentenario). Básicamente, Rawls, siguiendo a un entrevistado en The Clinic, es lo que hizo a los tipos de derecha pensar que podían ser liberales y tener políticas sociales. Algo que no tiene nada que ver con la izquierda.

Lo mismo sucede con la mitad del Partido Socialista conocida como Megatendencia, que tiene a Carlos Ominami y a varios más por cabeza. Ellos se nutren de una variante de Rawls conocida como "Tercera Vía", que fue un librito que escribió Anthony Giddens, citando como loco a Rawls y a los autores que bebían de su fuente. Básicamente, Giddens hizo que el Partido Laborista de Inglaterra continuara sin asco las políticas de los tories, de nuevo, diciendo que se podía ser liberal teniendo políticas sociales. El problema es qué políticas sociales.

El concepto de igualdad de oportunidades que más de una vez usted escuchará decir a un concertacionista es un concepto de derecha. Y viene de esos libros.

Siguiendo con el muestrario, es vox populi que la Democracia Cristiana es de derecha. No sólo porque Zaldívar y Alvear son amigos de los más grandes empresarios de este país, ni porque algunos de los más grandes empresarios de este país son demócrata cristianos, sino porque la Democracia Cristiana como concepto cambió y se movió a la derecha, con el corrimiento hacia la derecha que experimentó la Iglesia Católica de la cual se nutre. Corrimiento hacia la derecha que fue una obra que empezó Pablo VI y que terminó de gran manera Juan Pablo II.

¿Y qué nos queda? Nos quedan otras facciones del Partido Socialista, como Nueva Izquierda y el Colectivo, y el Partido Radical. Aunque Camilo Escalona de Nueva Izquierda controla el Partido Socialista, la Megatendencia simplemente es demasiado para él. El Partido Radical es un partido cansado, que comienza a repuntar, pero que, como su destrucción llegó a un proceso tan avanzado, costará mucho reconstruir. Y, ¿otros partidos? Ni hablemos. Un Partido Comunista realmente comunista jamás habría apoyado a un empresario como Tomás Hirsch. Los humanistas no están muy interesados en la política en general. Y los únicos partidos creíbles políticamente de nuestro debilitado PODEMOS, que son el Partido Comunista Acción Proletaria y la SurDA, tienen tan poco apoyo que ni siquiera salen en las estadísticas nacionales. Además la SurDA comienza a sufrir el desgaste de sus fallidos gobiernos de federaciones de estudiantes, desgaste acentuado por el éxodo de su militancia, luego de entrar en contacto con la realidad, al PPD.

Respondiendo a la última de nuestras preguntas, es obvio que Piñera es inteligente. Imprimió esas banderas demócrata cristianas porque sabía que los DC estaban de acuerdo con todo lo que él decía. Me pregunto por qué no mandó a imprimir banderas del PPD o de la Megatendencia, pero ese es otro cuento.

lunes, 11 de junio de 2007

Chile, país andino.

Es sorprendente cómo los periódicos se contentan con una serie de no-noticias para sus primeras planas, como el amorío entre dos líderes pingüinos o el trasero de Pops, perdiéndose el notición que marcará los próximos años de nuestra vida como república independiente. Ese notición sólo está aquí, y es una noticia que no sólo modificará el rol que Chile jugará en el cono Sur, sino que nos dará la posibilidad para revertir una política de desprecio de nuestros vecinos que se arrastró desde 1976, cuando Chile abandonó el Pacto Andino, y que todos sabemos de dónde vino.

Así es. Mediante la satánica Decisión 666, Chile es admitido nuevamente, desde el pasado 8 de Junio, como miembro asociado del Pacto Andino, ahora, Comunidad Andina de Naciones. Decisión satánica para los adictos a la economía entendida como lo hace Milton Friedman, para los adictos a Portales y para todo quien crea que el vecindario no importa, sino que sólo importan los tratados de libre comercio con los países ABC1.

¿Qué dice esta Decisión 666? Veamos.
  • Primero, concede a Chile el derecho a voz en todos los organismos políticos de la Comunidad Andina. Claramente el reclamo ante la FIFA de la CAN, por poner un ejemplo en extremo doméstico, tuvo mucha más resonancia cuando lo hizo un organismo integrado en vez de cada país (Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador) por separado. Chile tendrá una voz política y podrá influir en la región con mucha más fuerza que en su condición autista anterior.
  • Segundo, establece una serie de materias de interés común para investigar, como el fomento a las MIPyMEs, la protección social a los más pobres, la educación (a través de la normalización de planes educativos por el Convenio Andrés Bello), la salud (mediante los mecanismos contemplados en el Convenio Hipólito Unanue), el medio ambiente (haciendo responsable a CONAMA ante los órganos comunitarios de la CAN por sus decisiones que sean extrañas a los parámetros andinos) y la democracia y los derechos humanos.
Esto es satánico además por una serie de razones. Recordemos que las historias de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia han tenido destinos muy diferentes a la chilena. No tanto por éxito económico o falta de este, sino que presenciaremos cómo sociedades que no fueron sometidas a una limpieza mental de 16 años se integran más profundamente con una que sí. Tenemos a dos puntas de lanza de la Alternativa Bolivariana para las Américas, los gobiernos de Bolivia y Ecuador, afines a Hugo Chávez. A una sociedad, la peruana, que a pesar de haber padecido a Fujimori Aruberuto mantuvo su simpleza y su estructura básica. Y a otra, la colombiana, que es la antípoda de Chávez, símbolo de la real intervención norteamericana (no la de papel, la que muchas veces denuncia Chávez, sino que intervención de verdad). ¿Neoliberalizará más Chile a los países andinos? ¿O sucederá al revés? Tal parece que lo último es más probable.

A eso le tienen miedo nuestros políticos. Y por eso esta noticia, que marcará el devenir de Chile como república, no fue consignada en ninguna parte.

domingo, 10 de junio de 2007

La verdadera lucha por la libertad de expresión.

(Backporting del blog de Generación Bicentenario)

Miles de estudiantes en Venezuela salieron a luchar contra lo que consideraron un atropello a la libertad de expresión, el cierre de RCTV (Radio Caracas Televisión). Estudiantes que no corresponden a ninguna élite, que tenían 12 años cuando Hugo Chávez ascendió al poder y que no conocen la política bajo el Pacto de Punto Fijo(1). Estudiantes cuya única instrucción política consistió en una sólida enseñanza de los derechos fundamentales contemplados en la Constitución de su República Bolivariana de Venezuela. Estudiantes, que no tenían nada que ver con la clase política que los antecediera, y que no entienden la política ni los derechos fundamentales como los entienden quienes fueran sus ejemplos y profesores.

Ellos fueron capaces de descolocar a todos. A Hugo Chávez, quien los tendió a alinear con los poderes tradicionales. A los políticos tradicionales puntofijistas, quienes veían sorprendidos cómo los estudiantes lograban lo que ellos nunca se imaginaron: ver oposición activa a Chávez. Descolocaron a todos, porque sus argumentos nunca se centraron en ser gobiernistas o no. Su defensa fue pura y simple: ellos defendían la libertad de expresión como derecho abstracto. Concepto que no compartió Chávez. Ellos generaron una pregunta en la escena política venezolana. ¿Qué son los derechos humanos en general, y cuál es su rol político? ¿Son un concepto que depende de la política contingente, o son un principio fundamental? ¿Es la libertad de expresión un derecho humano, o es algo que debemos subordinar al mantenimiento de la integridad del sistema, atacándola de manera preventiva?

Según Rawls(2) el criterio para distinguir los derechos humanos de aquellos que no lo son es, en primer lugar, la neutralidad política entendida como la independencia de toda doctrina moral o concepción filosófica de la naturaleza humana. De esta forma, de acuerdo con el parámetro de Rawls, para desentrañar la verdadera esencia del derecho a la libertad de expresión, tenemos que preguntarnos, en primer lugar, si este derecho depende o no de alguna concepción política. Y es en esta área donde se ha trabado la discordia entre los discursos oficialistas y contrarios al gobierno de Chávez en Venezuela.

De acuerdo con el discurso de Chávez, la libertad de expresión entendida de acuerdo con el patrón liberal tiene un claro sesgo político: el mantener la opresión de los poderosos sobre los débiles, el impedir a los débiles expresarse y el monopolizar todas las formas de expresión, lo cual se manifiesta en la entrega al mercado, mediante licitaciones, del espectro radioeléctrico(3). Además, la libertad de expresión puede perderse cuando se intenta atentar contra el sistema político mediante la emisión de opiniones adversas a su sostenimiento. En cambio, la concepción de libertad de expresión que, al parecer, sostienen los estudiantes que marcharon en contra del cierre de RCTV responde, en los términos de Rawls, a una libertad de expresión entendida como libertad negativa o libertad como ausencia de interferencia. Vale decir, la fundamentación de por qué RCTV no debe ser cerrada reside en que el gobierno no puede intentar controlar qué se transmite y qué no, sea atentatorio o no contra el propio gobierno, porque la existencia de ese control atentaría en forma directa contra dicha falta de interferencia.

Al haber diferencias conceptuales tan grandes, originadas de matrices conceptuales tan distintas, de poco nos sirven advertencias como las que nos entregan Ludolfio Paramio(4) o Ernesto Laclau(5) sobre el advenimiento del populismo en Venezuela, la destrucción de las instituciones y la destrucción de la oposición, si bien el vaciamiento de las instituciones y la destrucción mediante la aplicación del populismo de la oposición en los órganos burocráticos y de representación popular fueron determinantes en la confiscación de los equipos de RCTV y en su cierre. Todas estas advertencias vienen de un esquema liberal donde la libertad negativa es una noción casi indiscutida, y si las tomamos sin más para analizar el caso actual de Venezuela, corremos el peligro de imponer inconscientemente al pueblo de Venezuela una visión de los derechos humanos que provenga de lo político. Y lamentablemente, tenemos que prescindir de lo político, pues creer en los derechos humanos como algo que requiere necesariamente una decisión política provocará como consecuencia que cualquier decisión política, sea la de Chávez, la de Bush, o la de Hitler, sea válida. Por ello, tiene que haber otro camino.

Hay un camino más corto que el asumir la solidez institucional como garantía de derechos fundamentales: el analizar la interacción entre la libre expresión y la libertad de pensamiento, un derecho que viene, incluso, de la biología humana, al existir en cada hombre un cerebro necesariamente diferente del de otras personas, y que funciona de manera diferente. Nosotros podemos hacer lo que hace Kant y separar la libertad de pensamiento “en nuestra casa” de nuestro “comportamiento como ciudadanos”. Pero esto no sólo es impráctico, sino que irreal. Nuestros actos y nuestros comportamientos están determinados por nuestros pensamientos, algo que comprobó la sicología mucho tiempo después de la muerte de Kant. Y la expresión de nuestros pensamientos es, propiamente, el derecho protegido por la libertad de expresión.

Si pensamos en la libertad de expresión como algo inherente a la biología del ser humano tenemos un punto de partida poderoso. Si la democracia es un sistema político que garantiza el máximo número de libertades en tanto éstas no coarten las libertades de los demás, y la libertad de expresión es algo necesario para proteger una función básica humana, lo cual es condición para poder decir que es una libertad que proviene de la naturaleza humana, podemos decir que la democracia requiere la libertad de expresión para funcionar. Y dado que la democracia exige libertad de expresión, la acción de Chávez es antidemocrática. Claro que podemos estar en presencia de otros esquemas políticos, pero no serán democráticos, y serán objeto de las objeciones que plantea Rawls respecto del derecho de los pueblos, a saber: no serán legítimos ni decentes ante otros pueblos, e incluso posibilitarán moralmente la intervención, en defensa de los derechos humanos del pueblo de Venezuela.

Es lógico que la crítica del chavismo tiene sentido. Después de todo, el argumento de fondo es el que menciona G.A. Cohen en “Libertad y Dinero” (6): la libertad negativa no sirve de nada sin los medios para ejercitarla. Como el resultado de la libertad sin medios es igual al de no libertad, los medios dan libertad. Pero aquí la crítica no va al establecimiento de TVeS (que por sí mismo es una excelente idea), sino al cierre de un canal de televisión para hacer posible esa idea.

Por ello, podemos decir que:

  1. El derecho a la libertad de expresión no es un derecho con un trasfondo político, sino que es un derecho humano.

  2. La violación de la libertad de expresión da derecho a los demás países y a organismos internacionales para intervenir en pos de su restablecimiento, y quita legitimidad al gobierno de Chávez, incluso, frente a su propio pueblo. Eso explica la reacción de los estudiantes, por lo demás, apolítica, ya que es en defensa de un derecho que es políticamente neutro, siguiendo a Rawls.

  3. La creación de Televisora Venezolana Social es una idea fenomenal, en sí misma. Dar medios a las personas comunes para la expresión de sus ideas y programas sólo profundiza la libertad de expresión. Por ello, la creación de TVeS debe ser separada del cierre de RCTV.

  4. La opresión política y cualquier causa que genere el surgimiento de un gobierno populista no es excusa para la violación de un derecho humano.


  1. El Pacto de Punto Fijo fue un pacto entre los partidos Acción Democrática y COPEI (Democracia Cristiana), más fuerzas menores socialdemócratas, para asegurar la supervivencia de una democracia en Venezuela desde 1958. En la práctica, degeneró en un bipartidismo que cobijó casos severos de corrupción. Dejó deliberadamente fuera al Partido Comunista de Venezuela.

  2. Vid. RAWLS, John, “El Derecho de los Pueblos”, Editorial Facultad de Derecho, Santa Fe de Bogotá.

  3. Vid. GOBIERNO DE VENEZUELA, “Clausuras, no renovación y anulación de licencias de radio y televisión” (en línea), Venezolana de Televisión [fecha de consulta, 8 de Junio de 2007], disponible en <http://www.vtv.gob.ve/act_descarga.php?archivo=191&sector=Documento>,

  4. Vid. PARAMIO, Ludolfio, “Giro a la izquierda y regreso al populismo”, Colección Nueva Sociedad 205.

  5. Vid. LACLAU, Ernesto. “La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana”, Colección Nueva Sociedad 205.

  6. Vid. COHEN, Gerald, “Libertad y Dinero” (en línea), Revista del Centro de Estudios Públicos Nº 80, Centro de Estudios Públicos [fecha de consulta, 8 de Junio de 2007], disponible en <http://www.cepchile.cl/dms/archivo_890_857/rev80_cohen.pdf>

lunes, 21 de mayo de 2007

Cuenta regresiva.

Banda sonora (aquí también): http://www.olivercontigo.com/conrctvseescribe.mp3

Nota: La "cobertura especial a Chile 21" fue cancelada, porque no había NADA que contar. La jornada de apertura contó con un videíto monísimo, la demostración de siutiquería de la directora de Chile 21 (que llegó hablando con acento español luego de estar tres semanas en España), pero contó con cero contenido, los expositores anunciados no llegaron, y tampoco llegó el más esperado por todos: Ricardo Lagos Escobar. Ahora, a otro tema.


Aún recuerdo cuando hace unos años, viera a Víctor Delgado, ex embajador de Venezuela en Chile (luego de que les recordara a Soledad Alvear y a varios parlamentarios democratacristianos su fallida participación en el golpe de estado de Pedro Carmona para derrocar a Chávez). Entonces él me explicó cómo Chávez era una real alternativa a los políticos que durante 40 años del Pacto de Punto Fijo se habían dedicado a llevarse Venezuela para la casa. Y era verdad. Después de 40 años de robo, Chávez era la opción. Y yo veía, desde mi corazón socialdemócrata, cómo Chávez era una opción, que mezclaba la defensa de un Estado fuerte con el respeto riguroso a las libertades de las personas.

Eso se acabó.

Desde el plebiscito de 2004, donde Chávez pasó la aplanadora ante una impotente oposición, Chávez cambió el discurso completamente. Ahora se dice marxista, leninista, maoísta y hasta trotskista. Comenzó a expropiar empresas. Y a cerrar medios. Comenzó a conculcar las libertades de las personas. La libertad de expresión siendo la primera.

Aún me acuerdo de la primera vez en mi vida que compré un pasquín. No fue en Chile, donde la cosa más parecida que he comprado (La Firme), aunque parecía pasquín no lo era. Era El Chichi, uno de tantos pasquines que se podía comprar en Perú a 80 céntimos de sol, publicados por el mismísimo Vladimiro Montesinos y su SIN. Y cuando vi los pasquines que andan circulando en Venezuela pro-gobierno, su tinte y su estilo, recordé esa imagen inmediatamente. Recordé más. Recordé aquella cena en la casa de los compañeros claretianos de Lima, y recordé cómo aquella mujer que nos agasajó con comida tradicional peruana recordó a su marido, asilado en Estados Unidos, perseguido por la mafia del SIN. Según cifras de Reporteros Sin Fronteras, hay por lo menos dos periodistas muertos en Venezuela. Y a quienes intentan reportar contra el gobierno ya se los intenta callar a balazos.

Radio Caracas Televisión, RCTV, con 53 años de historia, no es un canal que podamos llamar "de izquierda". Es un canal de derecha. Que inventó el paradigma de la telenovela venezolana, junto con una miríada de programas inútiles. Para que se hagan una idea: imagínense Chilevisión con la postura valórica y la historia de Canal 13 de la Universidad Católica. Pero no por ser inútiles los programas, o por transmitir monitos animados mientras Chávez regresaba triunfante al poder, un canal así merece el cierre. No lo merece, porque la gente de derecha tiene tanto derecho a expresarse como la gente de izquierda. Es un derecho humano, un consenso fundamental de la sociedad, al que la humanidad ha llegado luego de milenios de sufrimiento y evolución.

Imaginémosnos si de la noche a la mañana Michelle Bachelet decidiera dictar una ley expropiando y cerrando Canal 13 para convertirlo en un canal estatal, porque le cayó mal la entrevistadora de Telenoche. Es así de serio.

Por eso, me declaro desde este momento un firme opositor a políticas semejantes. Estoy de acuerdo con un Estado fuerte, pero no estoy de acuerdo con que se silencie a la gente, se use el poder político para convertir al gobierno en un estado autocrático, con el mesianismo y con el gorilismo, todas cosas en que está cayendo el una vez respetable Hugo Chávez.

Para que esto pase sólo faltan 7 días.

Llamen a la Embajada de Venezuela, pidiendo explicaciones. El teléfono es el 2250021. El correo de asuntos comerciales es comercial@embavenez.cl . Supongo que si mandamos correos ahí, los leerá alguien. Unámosnos todos, habitantes del planeta, por la libertad de expresión.

No al cierre de RCTV.