lunes, 25 de junio de 2007

Izquierda y progresismo.

Otro día más de Bicentenario, y otro día en que me doy cuenta de verdades cada vez más escalofriantes. Si usted está entre el 99% de las personas que cree, con toda la honestidad de su corazón, que la Concertación es una coalición de izquierda, se equivoca. También están equivocados La Tercera y El Mercurio, que critican a la Concertación por ser de izquierda. Todos están equivocados. La Concertación no es de izquierda. Es progresista.

¿Pero cómo puede ser esto posible? Veamos ciertas claves.
  1. Los políticos de la Concertación cuando se nombran a sí mismos, jamás mencionan la palabra "izquierda", sino que mencionan "coalición progresista", y, en vez de reconocer la cruda verdad, dicen "es que está pasado de moda hablar de izquierdas o derechas, la muerte del comunismo nos obliga a repensar el mundo en otros términos". En inglés culto, this is bullshit.
  2. A la gente la quieren hacer creer que el "progresismo" es que la gente tenga derecho a la salud, educación, vivienda y otros garantizados por el Estado, o que la Iglesia Católica no se meta a dictar pautas morales para la sociedad, manteniendo la discriminación en contra de la mujer y los géneros minoritarios. Una cosa se llama socialdemocracia y la otra laicismo, pero ninguna de ellas tiene que ver con el progresismo.
  3. ¿Se ha preguntado usted por qué Piñera mandó a hacer tantas banderas demócrata cristianas? ¿Y por qué Piñera tenía tanta esperanza en que la DC votara por él?
  4. ¿Se ha fijado cómo nadie es capaz de responder con exactitud académica a la pregunta "qué es progresismo" cuando todos los sujetos a quienes se realiza esa pregunta forman parte de una coalición "progresista"? ¿Y por qué nos preguntaron en Chile 21 antes de entrar "qué es para usted ser progresista"?
Lo cierto es que, de acuerdo con uno de los ideólogos de La Moneda, quien fue a dar una conferencia a Chile 21 sobre progresismo y políticas públicas, el progresismo es un esquema de diseño de políticas públicas (en castellano, las formas concretas mediante las cuales el Estado interviene en la vida de la gente) que consiste en:
  • Ser inclusivo (incluir a la mayor cantidad de gente en la toma de decisiones, y lograr dicha toma de decisiones mediante consensos amplios).
  • Ser democrático (que nadie diga con el dedo "esto se hace" sino que se haga tomando en cuenta bastantes opiniones)
  • Ser eficiente (producir máxima cantidad de soluciones con la menor cantidad de recursos).
Fijémosnos en esto. Se supone que esto es una utopía por la cual tenemos que luchar, un proyecto de sociedad inalcanzable, un sueño. Pero, cuando hablamos de castillos en el aire, los gráficos, la planilla de cálculo, las portátiles y los teleproyectores no tienen nada que hacer. Se caen al piso. ¿Cuándo ha visto usted un computador portátil flotando arriba de una nube? Primero nos convertiremos todos en comunitaristas al estilo de Silo y terminaremos bailando la ronda vestidos con flores y proclamando la paz y el amor libre, antes de que podamos poner un portátil a flotar arriba de una nube.

Siguiendo con el ejemplo, cuando nosotros soñamos con un mundo mejor, soñamos con la paz mundial, con que todos sean iguales, con la revolución, con una serie de cosas que quizás no tengan mucho sentido en la realidad, pero que sí lo tienen en el mundo de los sueños. Ahora, ¿se imagina usted soñando con un Estado que muestre cifras azules? ¿Con un Estado que sea eficiente en la entrega de soluciones a las personas? ¿Con un Estado que sea democrático? A primera vista, esos objetivos parecen razonables. Son metas de gestión que son perfectamente alcanzables. Pero, así como ponernos a bailar la ronda de la Comunidad de Silo no tiene sentido como una meta razonable de gestión de un servicio público, el mejorar los indicadores de gestión de los servicios públicos no tiene sentido como sueño de sociedad. He ahí el primer problema: los sueños progresistas no tienen sentido. Son muy grises.

Y, en este esquema tan gris, ¿dónde quedan los privados? ¿Cuál es el rol de la gente que no es Estado en el mundo progresista de eficiencia y democracia estatal? Nadie lo define. Y por eso tenemos que los progresistas pueden ser de derecha o de izquierda, dependiendo de si quieren más o menos Estado. Y aquí sí que se nos complica la cosa. Usted puede ser progresista y de izquierda, progresista y de derecha, no progresista y de izquierda, y no progresista y de derecha. Son categorías que no se relacionan.

En segundo lugar, como el sueño progresista no tiene sentido, tampoco tiene sentido una oposición al sueño progresista. Más eficiencia. Estoy de acuerdo. Más democracia. También estoy de acuerdo. Más inclusión. Sí, estoy de acuerdo. Ahora, ¿se imagina usted a alguien levantando una bandera y gritando a los cuatro vientos "Quiero que el Estado sea ineficiente, que excluya gente y que sea antidemocrático"? Yo no me lo imagino.

Para simplificar, el objetivo de un automóvil es funcionar, obviamente. Cuando yo hago partir mi automóvil, espero que esté bien, y si tiene una falla, la arreglo. Yo no hago una protesta para que mi auto no esté malo, ni mucho menos esperaría una contraprotesta de tipos furiosos diciendo "¡Que el auto de Alejandro se eche a perder!". Con los servicios públicos pasa lo mismo. Uno espera que funcionen bien, y si es legislador y detecta fallas corregibles por ley, intenta corregirlas. ¿Cómo podemos pensar racionalmente que alguien se oponga a que los servicios funcionen bien?

Entonces, como las categorías no se relacionan y los sueños progresistas no tienen sentido como sueños, ni la oposición a ellos tampoco, lo que pasa es que como progresista metemos cualquier cosa. Usted puede ser de derecha y ser progresista. Y usted puede ser de izquierda y ser progresista. Y, como en la oposición aún queda gente que es honestamente fascista y que no cree en la democracia, la Concertación, por contraste, se posiciona como "progresista".

Lo cual no quiere decir que sea de izquierda.

Tomemos por ejemplo al PPD. Es un partido progresista de derecha, nutrido por un think tank adicto a los más grandes grupos empresariales de este país, llamado Expansiva. Si usted espera que el PPD produzca reformas laborales que toquen siquiera a Matte, Claro, Luksić y Angelini, está equivocado. Filosóficamente, aunque lo nieguen mil veces, la ideología (sí, es falso que el PPD no tiene ideología) del PPD se nutre del liberalismo rawlsiano, la misma fuente de la cual bebe Sebastián Piñera y la misma fuente que me sirvió para criticar a Chávez en un artículo que publiqué aquí (el cual tuve que escribir así porque valía por una nota en Bicentenario). Básicamente, Rawls, siguiendo a un entrevistado en The Clinic, es lo que hizo a los tipos de derecha pensar que podían ser liberales y tener políticas sociales. Algo que no tiene nada que ver con la izquierda.

Lo mismo sucede con la mitad del Partido Socialista conocida como Megatendencia, que tiene a Carlos Ominami y a varios más por cabeza. Ellos se nutren de una variante de Rawls conocida como "Tercera Vía", que fue un librito que escribió Anthony Giddens, citando como loco a Rawls y a los autores que bebían de su fuente. Básicamente, Giddens hizo que el Partido Laborista de Inglaterra continuara sin asco las políticas de los tories, de nuevo, diciendo que se podía ser liberal teniendo políticas sociales. El problema es qué políticas sociales.

El concepto de igualdad de oportunidades que más de una vez usted escuchará decir a un concertacionista es un concepto de derecha. Y viene de esos libros.

Siguiendo con el muestrario, es vox populi que la Democracia Cristiana es de derecha. No sólo porque Zaldívar y Alvear son amigos de los más grandes empresarios de este país, ni porque algunos de los más grandes empresarios de este país son demócrata cristianos, sino porque la Democracia Cristiana como concepto cambió y se movió a la derecha, con el corrimiento hacia la derecha que experimentó la Iglesia Católica de la cual se nutre. Corrimiento hacia la derecha que fue una obra que empezó Pablo VI y que terminó de gran manera Juan Pablo II.

¿Y qué nos queda? Nos quedan otras facciones del Partido Socialista, como Nueva Izquierda y el Colectivo, y el Partido Radical. Aunque Camilo Escalona de Nueva Izquierda controla el Partido Socialista, la Megatendencia simplemente es demasiado para él. El Partido Radical es un partido cansado, que comienza a repuntar, pero que, como su destrucción llegó a un proceso tan avanzado, costará mucho reconstruir. Y, ¿otros partidos? Ni hablemos. Un Partido Comunista realmente comunista jamás habría apoyado a un empresario como Tomás Hirsch. Los humanistas no están muy interesados en la política en general. Y los únicos partidos creíbles políticamente de nuestro debilitado PODEMOS, que son el Partido Comunista Acción Proletaria y la SurDA, tienen tan poco apoyo que ni siquiera salen en las estadísticas nacionales. Además la SurDA comienza a sufrir el desgaste de sus fallidos gobiernos de federaciones de estudiantes, desgaste acentuado por el éxodo de su militancia, luego de entrar en contacto con la realidad, al PPD.

Respondiendo a la última de nuestras preguntas, es obvio que Piñera es inteligente. Imprimió esas banderas demócrata cristianas porque sabía que los DC estaban de acuerdo con todo lo que él decía. Me pregunto por qué no mandó a imprimir banderas del PPD o de la Megatendencia, pero ese es otro cuento.

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